No quiero que mi hijo coja malos hábitos a la hora de llevar su bicicleta y resulta que los ruedines dan una sensación de falsa seguridad y no favorecen el aprendizaje.

bicis de equilibrio

Recuerdo ese día perfectamente. Tenía más o menos seis años y todavía llevaba coletas. Fue entonces cuando eché la vista atrás y descubrí que mi padre ya no estaba sujetando la parte de atrás de mi bicicleta. Era la primera vez que montaba en bici sin ruedines. ¡Estaba encantada! Por fin podía llevar una bici yo solita, como mi hermana mayor.

Así que, a pesar de toda la alegría de ese momento, puede parecer extraño que haya decidido que mi hijo no experimente la felicidad y la libertad que suponen desprenderse de los ruedines y volar por primera vez. ¿Por qué? Porque él nunca montará una bici con ruedines de aprendizaje.

Soy consciente de lo maravilloso que sería ver a mi hijo pedaleando, montado en una bici con ruedines en el parque. También sé que si publicase una foto en Facebook podría presumir de ser una mami orgullosísima de su pequeño. Sin embargo, he aprendido que, como en todo lo relacionado con la educación de los hijos e hijas, no se trata de mí, ni del aquí y ahora, sino que se trata de tomar buenas decisiones pensando en el futuro de mi hijo.

Así que, por ahora, mi niño tiene una bicicleta de equilibrio: una bicicleta de aprendizaje sin pedales, con ruedas de caucho bastante anchas y solamente un freno. Ahora bien, antes de pensar que se trata de una nueva moda de la última década creada para convencer a algunos padres para que se gasten más dinero, quizás deberíais echar un vistazo a la “máquina andante” inventada en 1817 por Karl Freiherr von Drais. Descubriréis que la precursora de la bicicleta moderna era básicamente una bici de equilibrio para adultos.

Algunos padres insinúan que estoy refrenando el aprendizaje de mi hijo. Muchos me preguntan por qué no le compro una bicicleta con pedales. Desde el punto de vista de alguien que trabaja en el mundo del ciclismo, por supuesto que deseo que llegue el ansiado día en el que mi hijo aprenda a ir en una bicicleta de verdad. Me encantaría que llegase a amar el ciclismo tanto como yo, que un día se acercase a mí y me dijese con esa voz preciosa: “Mamá, me encanta ir en bici”. Sin embargo, no quiero presionarlo para que eso suceda. Él ya ve cómo su mamá y su papá van en bici y cómo desde que es muy pequeño lo llevamos en la parte de atrás. Es comprensible que desde siempre haya querido tener una bici propia.

Tengo razones claras para no ceder a la idea de comprar una bici barata con ruedines: no quiero que mi hijo coja malos hábitos en la bici desde tan pequeño. Sinceramente, desde mi punto de vista (y desde el de muchos instructores de ciclismo), los ruedines pueden dar una sensación de falsa seguridad y no favorecen al aprendizaje. Debido al uso de estas piezas, los niños pueden tender a inclinarse demasiado y a apoyarse en los ruedines. Lo que les puede llevar a pensar que pueden ir todo lo rápido que quieran y hacer giros bruscos con el manillar porque estarán siempre seguros y no se caerán al suelo (aunque nadie ni nada los salvará de una buena caída al menor bache). Además, si aprende ahora a montar con ruedines, deberé enseñarle más adelante a mantener el equilibrio y, a decir verdad, prefiero que lo vaya aprendiendo ya desde ahora.

ruedines

Las bicis con ruedines dan una falsa sensación de seguridad.

Las bicicletas de equilibrio, también conocidas como balance bikes,  enseñarán a los niños que lo importante para manejar una bicicleta es la postura del cuerpo y la inclinación y que el manillar está ahí para facilitar el proceso. La bici de aprendizaje anima a los niños y niñas a pensar un poco más en el ciclismo y en cómo afectan sus propios movimientos a la bicicleta. Con el tiempo, esto se convertirá en algo instintivo  para mi hijo. Estoy segura de ello gracias a mi propia experiencia en ciclismo de montaña, ya que siempre tenía dificultades para recordar hacia qué lado me debía inclinar.

Una bicicleta de aprendizaje sin pedales no es superrápida, pero es divertida, ya que comparte muchos de los principios del patinete para niños. En solo unos pocos paseos al parque, mi hijo ha progresado muchísimo: desde ir caminando al lado de la bicicleta y tocando el timbre todo el rato; hasta llegar a apoyarse en el sillín para impulsarse y dejarse llevar. A medida que ha ido aumentando su confianza, se ha empezado a atrever a levantar los pies del suelo en las pequeñas pendientes. Ahora le encanta ir lo más rápido que pueda, aunque sin caerse. Solo nos falta enseñarle a mirar hacia delante y a frenar.

Cuando ya haya practicado lo suficiente y tenga claro cómo hay que usar los frenos y cómo detenerse sin caer, habrá llegado el momento de regalarle una bicicleta con pedales. Con esto, evitaremos el incómodo proceso de tener que poner y quitar los ruedines.

Ya sé que puede resultar bastante frustrante intentar discurrir el modo de enseñar a tus hijos o hijas a usar una bicicleta, pero si intentamos que aprenda paso a paso las distintas habilidades que requiere, irán progresando a su propio ritmo. El objetivo principal no debería centrarse solamente en hacer que se monten en una bici cuanto antes y aprendan a manejarla de manera independiente, sino que deberíamos intentar que se diviertan y que aprendan a manejarla de la manera correcta, sin malos hábitos.

Si estáis pensando en comprar una bicicleta de equilibrio a un niño de menos de 2 años, intentad que sea ligera, porque seguramente acabaréis llevándola vosotros a cuestas de vuelta a casa, cuando tenga uno de sus innumerables berrinches. También es recomendable que os aseguréis de que el niño es capaz de apretar la palanca de freno, porque no suelen diseñarlas para niños tan pequeños (un sinsentido en una bici de estas características).

Si vuestros chiquitines se sienten cómodos caminando y corriendo, desde más o menos los dos años ya podrán empezar a jugar con su bici de equilibrio. Igual que al comprar cualquier tipo de bicicleta, se debe comprar una que se adapte al tamaño del dueño y que esté bien construida, porque una bicicleta de buena calidad podrá pasarse a hermanitas y hermanitos pequeños o venderse a una tienda de segunda mano por el 60% de su precio original. La más barata, que tiene las ruedas rellenas de espuma, acabará en el basurero más pronto que tarde.

Por el bien de la salud de nuestros hijos, del planeta y de nuestras carreteras que están tan congestionadas, hay una cosa que sí está clara: necesitamos que nuestros retoños cojan el hábito de andar en bici y, por supuesto, cuanto antes aprendan, ganarán mayor confianza y estarán más seguros.

Victoria Hazael tiene dos hijos y trabaja para la organización benéfica nacional del ciclismo (CTC, según sus siglas en inglés).

Fuente: The Guardian.